Whatever

Estupidez: Condición sine qua non para quererte como lo hago todos los días de mi corrompida existencia.
(el estúpido de siempre)

Qué te importa
si nada te importa,
si las rosas ya no abren
para vos.

¡Lluévete!

Hiciste de tu casa
un chiquero
de sábanas con olor
a ocho sexos,
de besos comprados
y mugre revuelta.

¡Anochécete!

Hiciste de tu soledad
un mito y una leyenda
para ser protagonista
sin compromiso
para hacerte
un iglú
que te protegiera
de amar.

¡Niévate!

Qué te importa
si nada te importa
porque estás vacío
porque el amor
se te fue de las manos
una y otra vez.

¡Truénate!

Qué te importa
si no importa
que mueras
y nadie te añore.
Y que en tu lápida rece
el plagio de un poeta
y la ausencia de tus flores
te recuerde
por toda la eternidad
que marchitaste
cada botón y capullo
que encontraste a tu paso.

¡Púdrete!

Whatever…

En la ciudad del pecado

Cuando me recuerdes

no traigas a tu mente

el azul de mi mirada,

prefiero que dibujes

la transparencia

que encontraste en ella.

Cuando pienses en mi

no hagas remembranzas

sobre la blancura de mi piel

prefiero que honres

la pureza con la que me entregaba,

la inocencia con la que me creí tuya.

Cuando me extrañes

no añores mi risa cálida

ni mi voz contándote historias;

evoca más bien la promesa de amor

que alguna vez te hice

a oscuras en aquel rincón

cuando me creí feliz

porque no sabía de tus engaños.

Cuando ya no me sientas

en el viento y la lluvia,

en la luna y las estrellas,

en el árbol del bosque,

en aquellos diamantes de sol

que entre las ramas se dibujaban.

Cuando tu mano busque la mía

y no te sostenga,

cuando tu mirada recorra estas calles

y no me encuentres,

cuando tu boca se seque de besos extraños,

cuando tu sexo se haga trizas,

cuando tu soledad y vacío te asfixien,

entenderás entonces

que por tu alma perdida

en la ciudad del pecado

mi amor ha muerto.

Lo que hiciste de mi

Hoy descubrí
que pasé
los últimos cinco meses
de mi vida
tratando de ser
el ideal de alguien más
dejando
de ser yo misma.

Me hice la fácil
para que supiera
que estaría dispuesta
cuando él lo quisiera.

Me hice la tonta
para no verme
más inteligente que él
ante los amigos y familias.

Me hice la dura
para soportar
sus debilidades.

Me hice la estúpida
para que creyera
que en realidad
me lograba engañar.

Me hice la dependiente
para que se sintiera
necesitado.

Me hice la indiferente
para que volviera
a sentirse cazador.

Me hice la vulnerable
para que creyera
que tenía que protegerme.

Me hice la inestable
para darle un motivo real
para no amarme.

Así, la última vez
que hicimos el amor,
ebria y sin deseo
me paré frente al espejo
y solamente pude ver
el rostro desmadejado
de una mujer fácil,
tonta,
dura,
estúpida,
dependiente,
indiferente,
vulnerable
e inestable
que no era yo.

Llora la luna sobre la ciudad

Llora la luna

sobre la ciudad

en esta noche fría

de silencio y soledad

Llora la luna

escondida de vergüenza

entre nubes condensas

que envuelven su dolor.

Qué noche triste

de cerros agonizantes

calcinados y desiertos.

Noche de caminos oscuros

sin retorno

Llora, luna lunera

y derrama tu llanto

hasta llegar al río

donde ahogaste

tu amor impedido,

donde yace el niño muerto

que arrebataron de tus entrañas.

Llora, luna solitaria

sobre la ciudad vacía

y luego ocúltate tras tus cerros

a la espera de un nuevo amanecer.

CONFESIONES DE INVIERNO

Si te repito
setenta veces
siete
que ya no te amo
y setenta veces más
que te olvidé
podría convertirlo
en verdad
y ser como tu
una artista
del engaño.

Si te escribo
setenta veces siete
que otro amante
ahora
bebe hasta la última gota
de mi deseo
y setenta veces más
que soy feliz
podría hacerlo
realidad
y ser como tu
una cínica
en el amor.

Si fotografío
setenta veces siete
mis pechos
cubiertos por las manos
de un modelo gay
y setenta imágenes más
podría convencerte
enojarte,
lastimarte
y hasta ser como tu
esa perra hijueputa
a la que ahora sí amas.