5.5.10

Efímero I

Me gustan los abrazos.
Son como ese punto intermedio
entre el "Te quiero"
y el "Adiós",
entre el "Te extraño"
y el "No me vuelvas a lastimar",
entre el "Te amo"
y el "Si, si quiero"...
Me gustan los abrazos
como me gustan los intermedios
de los partidos
cuando te levantas
y me buscas
para un beso
y una sonrisa.

2.5.10

El otoño que yo te amé...

A Miguel Fernández Galaburda

El otoño que te amé…

Me sorprendió encontrarte así después de… ¿cuatro, cinco años? Que volvieras a aceptarme después de toda la rabia que te causé, después de aquel cobarde adiós que te lancé una mañana del más crudo invierno que viví. Me sorprendió porque eres de los hombres que jamás mira hacia atrás, que no perdona y mucho menos olvida.

Y encontrarte de nuevo me ha traído algunos recuerdos: Las largas horas de espera por aquel 17 de mayo, el primer desayuno que te preparé cuando de broma me pediste cuatro huevos, el paseo con Samuel al Bio Bio, la subida al bus y las instrucciones para tomar el metro, los zapatos de caminar que me compré, la carne seca de caballo, los regaños por ser porfiada y usar sandalias durante el otoño, la lavandería del Líder, el Havanna Club, los secretos del mojito, tus ritos y tus santos, la casa de tu “ma”madre y tu sobrino, mi siesta durante el Código Da Vinci, el Réquiem de la Mariposa de Rojas, los árboles desnudos, los techos en punta, la última cogida cuando me dijiste: "sabes por qué estoy haciendo esto? De puro caliente", y finalmente tu silencio y el mío… tengo tantas imágenes grabadas en mi memoria y hoy vinieron como una catarata a inundar mi presente. Sentí remordimiento aún por haberme mentido. Por haberme dado por vencida sobre mí misma, por no luchar por lo que quería y dejarte solo con tanta rabia por mi cobardía.

Han pasado tantas cosas en estos años…

Han muerto los amigos, han muerto los héroes, han muerto los guardianes de los sueños, han muerto los muertos.

Y en medio de tanta muerte intenté revivir un par de ilusiones, pero el tiempo me pasó tu factura y la vida me cobró la deuda. El amor se me ha ido de las palabras una y otra vez. El dolor y la soledad me acompañaron mucho tiempo. Entonces comencé a amarme y a romper aquel espejo desde donde me miraba la mujer pordebajeada, la mujer ausente, la mujer de cristal, la de los zapatos rojos, la de otro mundo que no era este. Y al romperla pude mirar más allá de mi ombligo, pude levantar el rostro y me lo dejé acariciar por el viento.

Ahora anhelo amar de nuevo. Amar como se ama con la vida, con mí vida. ¿Recuerdas?
Tal vez no… ¡qué se yo!

Cómo me gustaría saber qué piensas ahora, qué sientes ahora, qué fue de tu vida en este tiempo, qué paisajes nuevos vieron tus ojos, que cuerpos recorriste con tu lengua, qué hijos concebiste y si alguno de ellos nació. Saber si aún cantas cuando te vistes “Parece un film de Carlitos Chaplín…”, si todavía caminas como si fueras el dueño de la ciudad y nadie te pudiera alcanzar. Me gustaría saber el color de tus ojos cuando evocas mi recuerdo y el sabor de tu boca cuando le cuentas a alguien por esta loca que una vez habitó en tu soledad.

Me gustaría saber que al fin encontraste el amor, ese amor que buscaste entre las cornisas hasta el otoño en que yo te amé…

18.1.10

De mis amores perros

Él me preguntó

si me creía ardilla

porque juntaba hombres

como frutos secos

para el invierno.


(Tomado de uno de los estados de mi Cladi)

11.1.10

Ayer

Ayer te volví a extrañar…
¡Claro que sí, claro que si!
Extrañé tu mirada
y esa forma tierna de contemplarme.
Eché de menos tu risa
y la pasión con la que me hacías el amor.

Ayer, mientras caía la noche en el campo,
junto a aquella cañada recordé
lo dulce que fue amarte
y lo amargo que fue olvidarte.

Porque sí te olvidé
mientras estuve con él
en nuestros lugares
y con nuestra noche
bailando como dos fantasmas
bajo la luna
lo abracé porque dejaste vacíos mis abrazos
lo besé porque secaste mis besos
me hizo el amor y yo lloré…

Me envolví en mi pecado
y busqué a Dios
y Dios estaba esperándome
solo para perdonarme.

Ayer te volví a extrañar
porque era domingo
porque estaba bebiendo
porque estaba en el campo
porque él no estaba conmigo
porque se extraña cuando se ha amado
y se extraña más cuando llega el olvido.

6.12.09

Epitafio

"... Y con el paso de los días
el temor porque viniera
se fue convirtiendo en el miedo
a que no lo hiciera. Y jamás lo hizo..."

(La insoportable levedad del ser - Milan Kundera)


Ella cumplía su palabra: Nunca Más
El se traicionaba.
Ella aprendía a caminar sin su sombra.
El detuvo su andar.
Ella renacía al amor.
El moría en soledad.

¡Ella!


El...

3.12.09

Luna Llena


Luna plena
que acompañas mi noche
déjame bailar para tí
déjame celebrar
que su sombra desapareció
mírame
aquí
bajo el claro de tu sonrisa
escuchando al viento
que aleja las nubes

Luna llena
que me devolviste la paz,
la serenidad
y el amor...
el verdadero amor
que es cosa de niños
porque para amar
basta con escuchar
el latido del corazón
aprender a divertirse
y no pensar en el mañana
basta con ser capaz de sorprenderse
cada día.

Aquí estoy
con mis ojos azules
y mi alma como un prisma
refractando su amor...

1.12.09

Un cadáver de lagartija

Creo que fue la lagartija muerta que encontré en su nevera sucia y vacía lo que me dio el impulso para sacarlo de mi vida. Mientras él buscaba una tarjeta con el teléfono de su papá, yo me quedé mirando aquel cadáver patas arriba, seco y tieso, como si estuviera viéndole el alma al poeta. Como si estuviera viendo en lo que se convirtió nuestra relación: Un cadáver nauseabundo.

Siete meses estuve a su lado esperando que resucitara, pero un hombre cuando se muere por dentro, no importa que camine, jamás avanza. Y ahí estaba yo estancada en una relación sin sentido dejando pasar mis días y semanas y en cualquier momento me convertiría en otro cadáver más.

Me fui a la habitación y lo miré con serenidad casi sonriendo:

- Hay un cadáver de lagartija en tu nevera.
- ¿Si? ¿Quién la habrá mandado a meterse ahí? – respondió en medio de una carcajada.

¿Qué diablos tenía yo en común con un tipo así?

Sentí asco. Sentí lástima. Sentí que me ahogaba.

Cenamos, bebimos una botella de vino y nos fuimos hasta la estatua a buscar música y más licor. Es posible que en mi interior lo que en realidad quería era anestesiar ese sentimiento nuevo que estaba descubriendo.

Recitamos “A Solas” a dúo como al principio, pero esta vez tenía sentido cada verso para mí: “Donde fuiste feliz todo ha muerto”, “Pero ya mi esperanza no te nombra”, “ya para qué decirnos ‘todavía’ si una voz grita en nuestras almas: ¡Nunca!”, “Ave fue nuestro amor, ave viajera y las aves se van cuando hace frío”.

Se me fue el amor del pecho como se va la lluvia cuando el viento aleja las nubes, suavemente. Quise retenerlo apelando a una esperanza remota de volver a avivarlo, pero al igual que aquel cadáver que seguramente aún reposa en su nevera, mi amor se petrificó.

Cantamos, seguimos bebiendo. La gente de la estatua se siente cómoda conmigo, no con él. Les agrada, pero no se sienten cómodos en su presencia. Y él no soportaba verme libre y feliz, no soportaba saberme en paz sin él. Y no soportaba que…

Y cuando las sombras cubrían las cosas
y en el ancho cielo la luna brillaba,
de entre las palmeras brotaba su canto
y como una flecha a su casa llegaba.
¡Cómo la quería! Cómo le cantaba sus ansias de amores
y cómo vibraba con él su guitarra.
Y yo tras las palmas con rabia le oía
y entre canto y canto colgaba una lágrima.
Lágrima de hombre, no crea otra cosa,
que los hombres lloran como las mujeres
porque tienen débil, como ellas, el alma.

¿Qué pasaba por su mente con esa mirada de odio encendida?

Y sentí rabia porque tan objeto me hizo él como quien rasgaba la guitarra al pedir su aprobación para cortejarme. Y es que los músicos y los poetas olvidan que las mujeres y las lunas no somos un premio o una pertenencia.

Entonces volví a ser la “gran perra” en la que el poeta me convirtió. Volví a ser la manoseada de sus noches, la que le sirvió la mesa y se sirvió en bandeja. Volvió a verme desde los celos que lo atormentan no por amor sino por soberbia. Volvió a mirarme con ese rencor que nace en él cuando me soy deseada por otro, cuando otro me canta sus versos y me ve feliz por ello.

Entonces usó lo único que le quedaba para dominarme: mi familia.
Irrumpió en mi hogar a la madrugada para llevarse el punto y obligarme a ir con él.
Entonces sentí odio y desprecio.

¿Cómo pude amar a un poeta cuyos versos son vacíos?
¿Cómo se atreve a hacerme morir otra vez?

Entonces las notas de la guitarra me hicieron vibrar de nuevo y decidí sacar mi espada y destruir la flor y el jarrón para siempre y supe que el cadáver de lagartija sería su próxima cena.
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