6.10.07

Cuatrocientos noventa y siete


El corazón se detuvo durante un segundo mientras mis manos temblorosas buscaban el remitente que me diera la certeza. Luego retomó su marcha al galope como si quisiera salir de su encierro.

Alguna reacción química desconocida para mí le dio la orden al estómago de volcarse, a la garganta de contener un grito y a los ojos derretirse en surcos salinos hacia la comisura de mis labios.

“Ha pasado mucho tiempo y agua debajo de éste puente. No quiero escribir, quiero que hablemos. Si estás de acuerdo, llámame. Se que aún tienes mi número…”

Los cuatrocientos noventa y siete días pasados se fundieron en una sola imagen nítida que creía haber borrado de mi memoria a fuerza de no pronunciar su nombre.

Nueve horas después sigo observando con detenimiento la sonrisa socarrona del aparato como si él supiera que en algún momento volveré a desaparecer.

1 Comments:

Blogger Ana María - Penélope said...

La luna resbalosa no mira
cuando te llamo en silencio
los árboles sorprendidos
no me saludan
nadie quiere mostrar
que te extraño.

4:17 a. m.  

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