30.8.07

Brazos Vacíos

Brazos vacíos [C:2013]


- Eran los brazos – dijo la mujer en voz pausada y serena – los sentía tan livianos que dolían.

- Remítase a los hechos, por favor.

- Los hechos… ¿Me da un poco de agua? No me dan suficiente y mi saliva se vuelve espesa.

El ayudante trajo un vaso de agua mientras el silencio reinaba en el auditorio. Bebió lentamente sosteniendo con ambas manos el vaso del preciado líquido. Cuando terminó lo extendió hacia el ayudante sin mirar.

- ¿Puede continuar?

- ¿Eh? Sí. – hizo una pausa como intentando enfocar la imagen en su mente – Recibí el llamado. Una señorita me anunciaba que había sido aprobado el crédito de la corporación. Yo lo había solicitado meses atrás porque tendría muchos gastos, pero ya no. Al día siguiente fui a la oficina indicada. Me di un baño antes de salir. El agua me ardió en la piel. Y mis brazos…

- A los hechos por favor

- Si. En la corporación me dieron una ficha con un número. Esperé mi turno y cuando llegué donde el funcionario le dije que ya no necesitaba el crédito. Se molestó conmigo. Pero ¿sabe? A mi no me gusta discutir. Me levanté de la silla y salí. Caminé mucho tiempo. Tengo tanto tiempo. Pasé por el parque y me sentí cansada, así que me senté en el banco. Fue entonces cuando la escuché. Lloraba con ese llanto ahogado que extrañaba. La mujer junto a ella gritaba desesperada: ¡Cállate, maldita, cállate! ¡No te soporto! ¡Deja de llorar, mocosa! ¡Puta vida! y se fue, la dejó sola. Tenía que hacer algo. No podía dejarla ahí. La tomé entre mis brazos… temblaba pero dejó de llorar. Era preciosa, sus ojitos dulces con lágrimas y su cabello suavecito. Y mis brazos… dejaron de dolerme.

- Continúe con los hechos, por favor.

- Caminé tanto que se hizo tarde. Así que la llevé a mi piso. La atendí como se debe. No lloró en toda la noche ni al día siguiente. Yo solo quería ayudarla, devolverla. Pero no pude. Luego comenzó a llorar. Lloró por horas. No recuerdo nada más. Me duelen los brazos…

El ayudante se acercó a ella con algo envuelto en una manta. La mujer extendió sus brazos temblorosa. Sostuvo el paquete acunándolo mientras tarareaba una canción.

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