19.10.09

SOLILOQUIO II - ESPACIO INDIVIDUAL


(Fotografía cortesía de Alejandro Lopez Palacios)

Soliloquio II

Miro en silencio cada rostro que sube y baja...

La chica de la ventanilla que deja correr unas lagrimas, el viejo que sonríe mientras regaña a un chiquillo que juega entre la gente, el hombre de mediana edad que mira con desesperanza la publicidad de una revista de automóviles, la mujer madura que se acicala un poco para su cita...

¿Qué nos está pasando a todos que ni siquiera murmuramos?

El silencio perturbador que rodea el espacio individual está lleno de ruidos mas no de voces, ni gritos, ni proclamas. Dormidos sobre la vida y la dejamos pasar, somos tantos tontos que no usamos la vida porque en silencio la dejamos pasar.

- ¡Oiga, señora! ¿Para dónde va? Se le han quedado veinte pesos de silencio en la silla. No diga nada, es mejor callar. Váyase al infierno, señora, pero sin hablar... calladita y despacito sin musitar, se le va la vida en silencio, dejando veinte pesos de él en cada parada, en cada estación. ¡Señora! su hijo la mira, señora, no me diga nada, señora, pero deje de llorar. ¿Cuándo decidió quedarse callada? ¿Cuando su mirada se tornó vacía? ¡Señora, ya se tiene que bajar!

La estación del metro sin voces
llena de ruidos

y llantos sin palabras

y llantos sin lágrimas

y llantos de soledad.
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